jueves, 30 de junio de 2011

Historia de la Tuna

Pardillo




Pardillo es una palabra que deriva netamente de cómo vestían los antiguos estudiantes pobres, se utiliza para denominar a los novatos en la Tuna. Etimológicamente, su significado dice relación con el desgaste de la tela negra con la que eran confeccionados sus trajes (y que además era la más barata). Su contínuo uso provoca que su tono original vaya deteriorándose para volverse cada vez más gris o de color pardo.

De ahí la palabra "pardo". El "illo" es un diminutivo ampliamente utilizado en Europa para cualquier palabra, por elemplo colorcillo, varoncillo, etc... es como el "ito" en Chile (jotecito, mijito, etc).

También significa "aldeano" y puede que derive de cómo era segregado el estudiante pobre del siglo XIII que entraba en las aulas universitarias. Por otro lado, existe un ave con este nombre, pero dadas sus cualidades de exelente cantora y lo hermoso, elegante y colorido de su plumaje, estamos seguros no tiene nada que ver con este caso, aunque se trate de una cruel, pícara y antagónica similitud con estos entes de la Tuna, que para lo único que sirven (algunos) es para estudiar, porque para integrar nuestras filas hay que ser universitario.

Antiguamente y también hoy estos personajes de la Tuna deben un gran respeto a quienes son sus mentores o Tunos. Ellos son quienes los guían en el arte del buen Tunar y estos conocimientos entregados por los Tunos deben ser retribuídos a través del servicio, la humildad y el aprendizaje del gran listado de valores de la Tuna.

Si bien es cierto que el tipo de pardillaje varía con cada Tuno y cada Tuna en particular, el pardillaje de nuestra Tuna se caracteriza por ser estricto y disciplinado, entregando en este proceso los valores que rigen nuestro movimiento. Algunos de ellos son la humildad, respeto, sinceridad, lealtad, amistad y hermandad, además de entregar instrumentos válidos en el mundo entero para la supervivencia en momentos arduos y difíciles como son la picardía, la alegría y la avileza del ojo, el oído y la vista (y también el tacto), cosa que no todos los entes comunes y corrientes desarrollan. Para el pardillo esta es una obligación.

Buscamos como gran fin que los pardillos de nuestra gran Tuna lleguen (aunque les cueste) a ser personas altruístas y responsables, que velen por su prójimo -siempre gráciles y alegres- para que puedan enfrentar con estas herramientas la vida misma y sus problemas, con dinamismo y espíritu positivo. En general, que crezcan interiormente para ser mejores personas que las que llegaron el primer día intentando conocer el mundo de la Tuna.

Los pardillos deben -y es misión de cada uno de ellos- hacer que el conjunto de entes irresponsables (los pardillos) trabaje como uno solo, emprendedor por excelencia y que jamás espere recibir sugerencias de sus Tunos, porque disfruta anticipándose a los hechos...

Es misión de los pardillos cuidar y velar por su Tuna el 100% del tiempo (de ocio o de Tuna, NO de estudios...) despiertos o dormidos y así proveer a su Tuna de menesteres alimenticios, beberiegos, hospedaje y momentos gratos de esparcimiento.

Aunque se dice que los pardillos son los menos importantes en el escalafón de la Tuna es verdad que son los más importantes dentro de este negro mester, pues son los sucesores que transmitirán el la tradición a cabalidad, instruyendo a los nuevos con los mismos valores y rigores inculcados por los antiguos Tunos fundadores.

El pardillo debe llegar a ser un ente despierto, pícaro, con sutileza en el lenguaje y galante, un líder en potencia que sea capaz de llevar a su Tuna a lo más alto, defendiendo siempre a sus camaradas en primer lugar. Debe manejar como mínimo 2 instrumentos con los cuales pueda hacer gala y a través de esto conseguir lo anteriormente nombrado. (nótese que los instrumentos no necesariamente deben ser musicales, pues los Tunos de esta Tuna le han dado de beber y comer a sus integrantes solamente con un buen manejo del vocablo o un buen baile de pandero).

Como ley de un pardillo está la respuesta a la pregunta: cual ha de ser la mejor Tuna? Respuesta esperada: mi tuna, la primera, la segunda, la tercera, 4, 5, 6...etc..

El pardillo le debe respeto a sus Tunos en primer lugar y deberá velar por el cuidado de ellos en toda instancia. Los especímenes pardillos, como entes pululantes, no tienen derecho alguno dentro de la Tuna, eso sí tienen voz a través de sus padrinos, pero no voto.

El pardillo debe siempre perseguir ser mejor persona, y aunque no debe olvidar su deseo de formar parte de la hermandad de los Tunos, nunca debe esperar conseguir "la beca" porque que tal vez (y en la mayoría de los casos) nunca llegará. Es por eso que nuestra filosofía de Tuna es ser siempre los mejores en el arte del buen Tunar y que el Tuno seguirá siempre siendo un pardillo en su interior, pues nunca termina de aprender los avatares que nos depara la vida.

Como gran fin a este pasaje, practiquen comprobar lo siguiente: si detienen a cualquier Tuno en la calle y le preguntan cual ha sido su mejor etapa dentro de la Tuna, responderá sin duda alguna: mi pardillaje...? porqué?

Cintas


La capa del tuno ademas de llevar los escudos de las ciudades y paises donde ha viajado con la tuna tambien muestra asimismo cintas multicolores bordadas con dedicatorias cariñosas por mujeres que demuestran así al tuno su afecto o su amor, las cuales ellas portaban en sus cabellos y se las entregaban durante las serenatas. Provengan de pretendientes, de una madre, o de las amigas, como reza la canción Tuna Compostelana: "cada cinta que adorna su capa guarda un trocito de corazón".

Actualmente, las damas no portan cintas en sus cabellos, por ende llevar cintas en las capas deja de tener un respaldo histórico-cultural, sin embargo se sigue continuando con esa tradición.
Hay otra indumentaria de tuna propia de las tunas portuguesas. Llevan el traje de estudiante negro y la capa negra. En vez de cintas dejan que les rasguen la capa personas que son importantes para ellos.


Los colores, una parte fundamental, ya que con eso se distinguen... ademas de lo bordado obvio...


amarillo: desprecio.. odio...

verde: esperanza...

azul y celeste: amistad....

rosado: sexo y pasion..

rojo: amor...

blanco: pureza

negro: luto.


Hay un choque de ideas en que color es el de la madre... los dare aca ...

Existen Tunos que piensan que el color de la cinta de la madre es el BLANCO... el por que es debido a que no existe mujer mas PURA que la madre...

Otros Tunos piensan el color de la madre es el NEGRO.. el por que es que antiguamente los tunos al ser del estrato social mas bajo... tenían que irse de la casa, para ir a estudiar a las universidades que estaban en las ciudades mas grandes ... lo cual se tomaba como que el hijo se iba y no volvia mas... como que moria para la familia.. y por eso es el luto.. que tiene la madre al perder a su hijo que se iba a la universidad a estudiar....

A mi parecer ... y como la tengo... la cinta de la madre es la NEGRA.. por que se acerca mas a la tradición...

Evolución del traje estudiantil


A modo de introducción, digamos que existe un general desconocimiento dentro del colectivo estudiantil (tunas y estudiantinas) sobre la procedencia de las vestimentas que tan orgullosamente portamos


¿Cuál es el origen del traje de tuno?, ¿De qué siglo data?, ¿Qué prendas –si es que las hay– se han conservado fielmente con el paso del tiempo?, ¿Vestían así los estudiantes de las viejas universidades españolas o todo es producto del márketing, cuando no existía aún ese concepto, de un grupo musical que en un momento determinado supo vender una imagen y sin habérselo planteado acabó creando escuela?. Hoy haremos un breve recorrido por la historia del traje escolar desde el inicio de la universidades hasta el decreto de su desaparición en 1835, y lo iremos acompañando con imágenes para hacerlo más comprensible.


La primera pregunta que surge es, ¿por qué diferenciar a los estudiantes del resto de la población?, ¿qué necesidad había de un traje escolar?. Y la respuesta es muy sencilla. En una sociedad poco instruida como la del medioevo el recurso de identificar ciertas galas exteriores con una concreta corporación era frecuente pues facilitaba grandemente, sin necesidad de indagación alguna, el reconocimiento como perteneciente a dicho grupo por parte de las personas ajenas al mismo.


No existía un modelo típico de atuendo estudiantil (salvo en el caso de los colegiales en el que las Constituciones regulan la forma en el vestir de los alumnos), sino más exactamente prohibiciones expresas acerca de materiales, telas, colores y ornatos que no debían formar parte del mismo, al no ser acordes con la austeridad monacal que desde sus comienzos presidía los Estudios.
Un ejemplo de estas prohibiciones lo tenemos en los Estatutos de la Universidad de Orihuela. En ellos se dedica un escueto capítulo a la presencia de los estudiantes en la universidad, pero con un título harto significativo: "Prohibiciones a estudiantes".
En él se contenían toda una serie de tópicos repetidos en otras universidades y que iban encaminados a erradicar una serie de males comunes en la masa estudiantil durante los siglos XVII y XVIII. Entre estos tópicos, junto a la prohibición de portar armas, de provocar peleas, de participar en juegos de azar o la prohibición de asistir a representación de comedias en horas y días de clase, figuraba la de "prohibición de vestir prendas de color".
El origen eclesiástico de las primeras escuelas influyó en el uso de una serie de prendas semejantes a las de los religiosos. Estas ropas eran la loba, el manteo y el bonete.

Rezaba una copla popular:
El tuno es igual que el cura en lo negro del color, mas ante hermosas mujeres, no, no ¡y no!.


Su uso era obligatorio, pues, cuando el estudiante nuevo llegaba a la Universidad era examinado sobre sus vestimentas, antes de matricularse por el cancelario, quien mostraba su conformidad extendiendo un boleto que decía “Va arreglado en el traje”. Una vez admitido el escolar se cuidaba de no lavarlo, pues “El desaseo y deterioro de este traje era una de las galas del estudiante veterano.”


En la Universidad de Valladolid, los Estatutos del siglo XVI, bajo un epígrafe denominado «de la honestidad de los estudiantes» (art. 30), indicaban cuáles debían ser las vestiduras propias para sus escolares: «...que los estudiantes desta Universidad, anden honestos en su vestir y traje. Y que ninguno pueda traer ropa de seda, o cosa guarnecida con ella, ni gorra, ni capa, ni sombrero de seda, ni lana. Sino loba o manteo, y bonete castellano. Ni trayga sombrero grande sobre el bonete por las escuelas, ni entre en los Generales con ellos. Ni trayga muslos de seda, ni acuchillados, ni camisas labradas con oro o seda»


El artículo de los Estatutos era, como hemos visto, una llamada a la austeridad pero sin embargo no olvidaba la existencia de universitarios llamados pobres. Para estos decía «...permitimos que los estudiantes muy pobres y los que sirvieren, con licencia del Rector puedan traer caperuça o gorra o capa, y no de otra manera».
El traje, así descrito por los Estatutos, se denominaba de manera genérica hábito.


Examinemos ahora cada una de sus partes:


La loba consistía en un alzacuellos que se ceñía en la zona del pescuezo y después se ensanchaba hasta los hombros, para caer desde estos hasta los pies. Esta pieza tenía una abertura delante y la parte superior, y dos en los laterales que les permitían sacar los brazos. Estaba confeccionada de paño y de amplio vuelo, aunque luego se recogió hasta la pantorrilla.
Antiguamente la loba se completaba con el capirote, que se unía a ella para resguardar cuello y testuz de las inclemencias meteorológicas; esta prenda fue reservándose paulatinamente para los maestros y reduciéndose hasta degenerar en la actual muceta que usan los doctores en los actos universitarios solemnes.


Los estudiantes se tocaban con el bonete. Éste era un gorro que, como el resto de sus vestiduras, no les era privativo, sino que se identificaba también con el de los eclesiásticos aunque su forma no fuese idéntica. Los graduados y colegiales, y por extensión todos los escolares, tendían a llevar bonete de cuatro picos en las cuatro esquinas, que en vez de subir como en el de los clérigos salían hacia afuera. El adorno para cubrir su cabeza se hizo una seña de identidad de este cuerpo, hasta el extremo de que el refranero lo utilizaba como sinónimo de letras y de hombres letrados.



Así, por ejemplo, se decía: «bonete y almete hacen casas de copete», para apostar por las letras y las armas como las dos vías de promoción social de la Edad Moderna.
Covarrubias nos define el bonete como “cierta cobertura de cabeza [...] de cuatro esquinas que encima forma cruz”. Sobre él ponían los doctores la borla, conjunto de hebras rematadas en un botón, como insignia de su grado académico. La borla era del color que la simbología asignaba a cada rama de la ciencia (colores que hoy, además, se emplean en las becas, prenda de la cual hablaremos posteriormente); así, amarillo para medicina, rojo para derecho, blanco para teología, etc


La prenda de abrigo por excelencia era el manteo. De esta palabra derivó el apelativo manteísta, con el que se conocía a la generalidad de los estudiantes para diferenciarlos de los que tenían beca en los colegios. Consistía en una capa de tela gruesa, "de paño veintidoseno de Segovia", aseguraba Vicente Martínez Espinel en su Vida del Escudero Marcos Obregón, que llegaba hasta el cuello y que carecía de esclavina, por lo que se anudaba gracias a dos cordones que colgaban de un cintillo que fileteaba su extremo y en el que los escolares prendían las cintas de los corpiños de sus amantes. Ya en La Razón de Amor, poema de principios del siglo XIII, un escolar recibe una cinta de su amada en prenda de amor:
"Ela conocio mi cinta man a mano – qu´ela ficiera con la su mano".


Este puede ser el precedente más antiguo del que se tiene conocimiento de la costumbre estudiantil de prender en las capas las cintas de los amores o seres queridos.
El manteo se remataba con una franja de paño picado con la que solía adornarse su parte inferior, y que recibía por nombre "tirana". Por tirana se entiende también un tipo de canción popular española, lo que puede hacer pensar en su origen estudiantil.


Loba, manteo y bonete debían ser de unas calidades de tela determinadas, excluyendo las sedas, pero nada se dice del color en que debían de confeccionarse. En principio, dado el carácter expresado en la normativa y la insistencia en la honestidad, es posible considerar que debía excluirse todo colorido en los hábitos. Sin embargo, no hemos de estimar que el color era negro, como tampoco lo eran todas las vestiduras eclesiásticas. Los escolares podían introducir alguna variedad pero se debía eliminar, sobre todo, en los lutos reales, cuando de una manera especial se pedía a todo el gremio universitario que se esforzara por ajustarse a un patrón respetuoso.


En general, podemos considerar a priori que los universitarios llevaron con gusto su atuendo. Sin embargo, y sin que falten ejemplos de la adaptación e identificación de profesión e indumentaria, también han trascendido muchos testimonios de oposición a tales atavíos.


Las razones del rechazo a los manteos son sin duda varias. En primer lugar no podemos olvidar que los hábitos identifican, pero también igualan. Los estudiantes, élite cultural, no presentaban la misma homogeneidad en el ámbito económico. Sus posibilidades eran muy diferentes, oscilando entre los escolares pobres que vivían de su trabajo o de su picaresca y los que llegaban con los bolsillos bien repletos y estaban respaldados por las fortunas de sus padres. Los había hidalgos y plebeyos, pero si respetaban tajantemente las normas no presentaban en apariencia ninguna diferencia.


En este sentido, la posibilidad de igualar que tenía el hábito podía ocasionar una doble respuesta. Por una parte, gracias a él, algunos jóvenes podían ocultar su humilde origen; si bien para algunos las limitaciones económicas eran tantas que los viejos paños de sus lobas no escondían nada. Pero, por otra, no faltaban varones a quienes el hábito les impedía lucir sus mejores galas, con las que podían demostrar el lugar que ocupaban en la estratificación jerárquica de la sociedad. Los primeros podrían pretender una ascensión social a través del vestido; los segundos la rechazan porque no aportaba nada relevante a su ser social.
Esto por lo que respecta a los hábitos de San Pedro, que en lo referente a los demás que usaban los estudiantes no existía un patrón fijo, sino que se sometían a los vaivenes de la moda, que influiría incluso en las tres prendas eclesiásticas.


Ejemplo de lo anterior es la adopción por parte de los estudiantes del sombrero gacho o chambergo, y que el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define como “sombrero de copa más o menos acampanada y de ala ancha levantada por un lado y sujeta con presilla, el cual solía adornarse con plumas y cintillos y también con una cinta que, rodeando la base de la copa, caía por detrás”. Mas los escolares no colgaban de la presilla plumas o cintillos, sino la cuchara necesaria para tomar la sopa de los conventos, por lo que se les conocía con el nombre de sopistas o caldistas.


El barón Charles Davillier y Gustave Doré, en su libro "Viaje por España", recogen, entre otras, las siguientes coplas populares:
Las armas del estudianteYo te diré cuáles son:La sotana y el manteo,La cuchara y el perol.
Desde que soy estudiante,Desde que llevo manteo,No he comido más que sopasCon suelas de zapatero


Chambergo y manteo sufrirían una nueva modificación a consecuencia del bando provocador del conocido como Motín de Esquilache (1766), que ordenaba apuntar sombreros y recortar capas para evitar que los portadores de tales prendas llevaran armas y ocultaran su rostro.
Los estudiantes levantaron las dos mitades de las alas del chambergo por encima de la copa y las sujetaron con la presilla, dando lugar al sombrero de medio queso o tricornio, llamado así por su característica forma triangular; pero no recortaron los manteos como recomendaba el decreto, tan sólo aumentaron el tamaño de los cordones que fileteaban su cuello atándolos sobre el pecho tras pasarlos por bajo de las axilas, con lo que se podía comprobar que iban desarmados. El tricornio, con los años fue perdiendo su acentuada forma triangular y terminó denominándose "bigornio”.


Poco a poco fue decayendo la sotana por dos razones fundamentalmente, la progresiva independencia de los estudios de su origen eclesiástico, y la generalización de los “trajes de gentes”, mucho más cómodos que la prenda talar.


Los escolares ricos comenzaron a vestir en corto para viajar y andar de noche por las villas donde cursaban sus estudios, primeramente empleando la sotana corta y luego el traje de galán, pero adaptándolo (aunque a veces no ocurría así) a las reglas contenidas en las Constituciones Universitarias, principalmente el uso obligatorio de colores oscuros, preferentemente el negro, prohibición en el uso de determinadas calidades de tela como la seda, de adornos costosos como pieles y joyas, de acuchillados, de camisas labradas, de polainas, de guantes adobados, etc.


El "traje de gentes" se componía de coleto (casaca con mangas que cubría el cuerpo ciñéndolo hasta cintura, y que tenía unos faldones que no pasaban de las caderas), bajo el que se encontraba la camisa de color blanco que sobresalía del coleto por cuello y puños gracias a las lechuguillas, denominadas así por su forma parecida a la de las hojas de lechuga; las calzas (prenda ceñida que cubría muslo y pierna llegando hasta la cintura) con su soleta (pieza de cuero que se remendaba a la planta del pie de las calzas); gregüescos acuchillados, (calzones anchos con una serie de cortes verticales que dejaban ver otra tela de distinto color) que más tarde serían sustituidos por las calzas folladas que llegaban a las rodillas a las que se ajustaban con ligas o cintas de tela negra; y zapatos negros con hebilla.


José García Mercadal en su libro, Estudiantes, Sopistas y Pícaros define las calzas folladas como “especie de gregüescos muy huecos y arrugados, en forma de fuelles, donde los estudiantes solían esconder las gallinas hurtadas al alejarse de los mesones"
Como prendas típicas de los colegiales, estudiantes de los Colegios –tanto Mayores como Menores–, estaban el manteo y la beca, cuyos colores servían para distinguir la pertenencia del estudiante a un determinado establecimiento educativo.


La beca, en sus orígenes, no era como la conocemos ahora. Nos relata Blanco White en su autobiografía que “se dobla por la mitad como formando un ángulo y manteniendo la doblez delante del pecho, se echan las dos mitades sobre los hombros de manera que bajan por la espalda hasta cerca de los talones. La parte que cuelga del hombro izquierdo se hace mucho más ancha a unos dos pies del extremo y en ese lugar tiene un anillo circular de madera, de una pulgada de espeso cubierto con la misma tela”.


La parte de la beca de la que cuelga el anillo circular es la chía, y el anillo recibe el nombre de rosca. La rosca con el tiempo se fue independizando de la beca dando lugar a la gorra, pero conservaría el color; de su uso por parte de los estudiantes más humildes que subsistían del caldo de los conventos derivó el apelativo capigorrista o gorrón, y la expresión “comer de gorra”, que indicaba precisamente la gratuidad que le era propia. Como vemos el origen de la beca era noble y acabó siendo un símbolo de identidad corporativa del gremio estudiantil, con la salvedad de que la rosca ya no cubría la cabeza sino que se dejaba caer por la espalda.


Desde 1773 profesores y escolares debían usar traje de paño de fabricación nacional, hasta de segunda clase y color honesto, y en verano de seda lisa sin guarniciones. Sólo podían llevar en todo tiempo trajes de seda el rector, el maestrescuela, los doctores, maestros y licenciados por Salamanca. La obligatoriedad en el uso de las ropas académicas quedó reducida para los estudiantes a los días festivos, en los que vestían manteo y sotana negra de bayeta hasta el zapato con alzacuello blanco, chupa, calzón, chaleco de paño negro, sombrero de tres picos con presilla y calzado decente.


En 1835 quedó definitivamente suprimido el traje escolar. Algunos escritores y periodistas dieron a este hecho una trascendencia mayor que la que verdaderamente le correspondía. Julio Monreal, por ejemplo, concedió a la abolición del traje académico en su artículo "Correr la Tuna" publicado en el Almanaque de la Ilustración Española y Americana en 1879, la siguiente lectura: “Por fin vino un día funesto para la tuna. Mandose, de orden superior, suprimir tricornio, manteos y sotanas, y por más que diga el refrán que el hábito no hace al monje, desde aquella fecha perdieron los escolares sus antiguas tradiciones”.


Como hemos podido ver, la historia del traje estudiantil es un compendio de prohibiciones, desde su inicio hasta su extinción. Nace sin un patrón definido de cómo debería ser, y sí de cómo no debía ser, y su desaparición también se recubre de ese manto prohibicionista que le había acompañado a lo largo del tiempo.


Un interesante documento que avala lo anterior es el conservado en el archivo Universitario de Barcelona, referido a la Universidad de Cervera, donde D. José Ginés Hermosilla, director general de Estudios y eminente humanista, ordena el 8 de octubre de 1835 se prohíba el traje talar a los alumnos de la Universidad, por considerar que no está en armonía con las costumbres del siglo, acostumbrando a los jóvenes al desaliño y decoro impropio a las personas bien educadas.


Posiblemente, antes de comenzar mi charla, algunos de ustedes tuviera alguna duda sobre el origen del traje de tuno; ahora, casi finalizada, tendrán con toda seguridad muchas más. En este brevísimo repaso a la historia hemos visto retazos que nos recuerdan a la tuna y a los tunos: tricornios, manteos, alguna que otra guitarra pero no hemos encontrado el maniquí ideal con el que identificarnos.


El traje que muchos hemos identificado durante años con una tradición que venía de siglos no es más que un invento de finales del siglo XIX de las comparsas de carnaval. Muchos de estos grupos musicales adoptan ropas estudiantiles a supuesta semejanza de las de los antiguos moradores de las universidades españolas. Entre estas comparsas alcanzó gran renombre la denominada Estudiantina Española que en 1878, y coincidiendo con las fiestas de carnaval, decide viajar a París llevando consigo sus guitarras, flautas, violines, vihuelas, bandurrias y panderetas. El éxito de la experiencia es recogido por "La Ilustración Española y Americana", el 15 de marzo de ese mismo año, donde, con gran profusión de grabados, nos ofrece una crónica entusiasta y detallada del periplo, y lo que más nos interesa a nosotros: una fiel descripción de sus vestimentas.


El articulista se encuentra en la Plaza de la Opera con la Estudiantina Española, y relata lo siguiente: "…y desfilando por delante de nosotros, nos dio ocasión para examinar los ricos trajes de los sesenta y cuatro individuos de ella, que así se parecían á los de los genuinos estudiantes que por las aulas de Salamanca y Alcalá arrastraban bayetas, como los vestidos de las pastoras del teatro á los de las verdaderas zagalas que pasan la vida entre zarzales: jubón y greguescos de terciopelo negro con botones de acero, y mucho cuello de encajes: medias de seda, también negras: zapatos de charol con lazo de igual color y hebilla de acero: guante blanco de cabritilla: gorra de terciopelo con un nudo de cinta amarilla y encarnada en unos pocos: en los más, sombrero apuntado (claque d'arlequin, dicen los periódicos de aquí), y una funesta cuchara a guisa de escarapela: tal era el atavío de estos bachilleres, más o menos auténticos, que doctores de los más encopetados se hubieran dado con un canto en los pechos por tener en el siglo XVI para presentarse en la procesión del Corpus."


Dura crítica a la Estudiantina Española la realizada por el comentarista de la "Ilustración Española y Americana" en cuanto a la rigurosidad de su vestimenta, que igualmente podría aplicarse al resto de las comparsas de carnaval y estudiantiles. Unos y otros se copian, cambiando apenas detalles a su conveniencia. Se generaliza el uso del jubón. Al principio sencillo, sin adornos, para acabar con los años afarolado. El manteo terciado deja su paso a la capa adornada de cintas y escarapelas –éstas también sobre los instrumentos–. Se introducen también exagerados cuellos de encaje y puñetas, y el bicornio con la cuchara, símbolo por excelencia de los sopistas, alcanza gran protagonismoPara concluir, una curiosidad. Si repasamos los testimonios gráficos de la época, finales del XIX y principios del XX, que es cuando el traje de tuno empieza a tomar cuerpo, extraña la ausencia de una prenda: la beca. Ésta, con ser el elemento más apreciado de la vestimenta, y por cuya conquista hoy en día se pasa un duro pardillaje, se incorpora al traje hace solamente 50 años...

La Beca


QUE ES LA BECA?

Empezemos diciendo que Las Universidades eran, y siguen hoy siendo, una amalgama de pluralismos del Saber, hay lugar para cada Idea de cada Individuo dentro de sus puertas, sin embargo, en la Edad media, muchos de los Estudiantes que lograban llegar a la Universidad pertenecían a familias Nobles o eran Hijosdalgo (i.e. Hijos de algo, o de Alguien), los cuales ostentaban riquezas de algún tipo, o si no eran Pecheros ricos que podían costearse sus estudios. Por otro lado los Alumnos que no tenían los medios podían optar a "Becas" las cuales les otorgaban un lugar donde dormir, comer y un buen acceso a los libros. Viendo esto los Nobles y los Hijosdalgos, y pretendiendo las Autoridades Universitarias las prácticas de Igualdad de las Personas dentro de la Universidad, fueron estos forzados por los Nobles e Hijosdalgos para que los Alumnos que tuviesen Becas pudiesen llevar un Distintivo en su Uniforme y poder reconocer finalmente quiénes eran los no Nobles dentro de la Universidad. Entre estos esforzados personajes estaban nuestros primeros Tunos, los cuales siendo Becados eran igualmente estigmatizados por no ser Hidalgos de Cuna; sin embargo siendo los mejores alumnos aquellos que "portaban la Beca sobre sus Hombros" y llegando a importantes puestos dentro de la naciente sociedad, la Beca se convirtió en un Símbolo de perseverancia, templanza, actitud y sabiduría. Hoy los Tunos siguen usando esas Becas y si bien hoy por hoy muchos de los Tunos son Hijosdalgo notorios y algunos Incluso Rectores de Universidades Hispanas, nunca se olvidan de las raíces; es aquel "paño estigmatizante" de la Edad Media el que nos hace ser Orgullosos de los que somos... miembros de una Tuna!


Que mas se puede decir sobre la beca....

...los colores?....

bueno los colores todos diferencian las facultades o carreras de los que integran la tuna...

llevemoslo a ejemplo....


AMARILLA ==> MEDICINA

ROJA ==> DERECHO

OBISPO ==> UNIVERSITARIA O DISTRITO (LLEVANDOLO AL PENSAMIENTO CHILENO) ( los componentes de la tuna son de diferentes carreras)

CELESTE ==> PSICOLOGIA

AZUL ==> INGENIERIA

MORADA O PURPURA ==> FARMACIA

Historia de la Tuna


En el año 1.212, bajo el reinado de Alfonso VIII, se fundó en Palencia el primer "Studium generale", precedente de lo que más tarde serían las Universidades. A estos Estudios Generales y a los que sucesivamente se crearon, acudían jóvenes de toda condición entre los que surgieron los SOPISTAS, predecesores de los actuales tunos.
Los sopistas eran estudiantes pobres que con sus músicas, simpatía y picardías recorrían figones, conventos, calles y plazas a cambio de un plato de sopa (cosa que les otorgó el nombre) y de unas monedas que les ayudaban a costear sus estudios. Cuando anochecía y una vez sonaba la campana de queda o recogida, salían a rondar los balcones para enamorar a las féminas que pretendían. Recibían el nombre de sopistas porque de ellos se decía que vivían de la sopa boba; siempre iban provistos de cuchara y tenedor de madera, lo que les permitía comer en cualquier lugar donde se les presentaba la ocasión. Estos cubiertos de madera eran distintivo de los sopistas, siendo en la actualidad símbolo de todas las Tunas Universitarias.


Era esta la versión española de un fenómeno generalizado en toda Europa durante la Edad Media y que se conoció con el nombre de Goliardos, los cuales representaban la bohemia universitaria viviendo como juglares y trovadores.
La primera referencia escrita a los sopistas data del año 1.300 y apareció en el "Liber constitutionem" de la Universidad de Lérida, donde se prohibía las rondas nocturnas de los escolares y se condenaba a los rondadores a la pérdida de los instrumentos, pues rompían el silencio y descanso de la ciudad.


En 1.348, Alfonso X "El Sabio", se refiere a los sopistas en "Las Partidas", diciendo: "Esos escholares que troban y tañen instrumentos para haber mantenencia".
De la misma época es la obra "Razón de amor y denuestos del agua y el vino", cuyo autor se retrata en la introducción: "Un escolar la rimó, que siempre dueñas amó". Y en ella se alude a las cintas de amor que prenden sobre la capa del escolar, por una de las cuales una dama reconoce al protagonista en la oscuridad de la noche.


El Arcipreste de Hita compuso más de diez pliegos de cantares para "escolares que andan nocherniegos e para muchos otros por puertas andariegos", y en su "Libro del buen amor" hace referencia al carácter mendicante de estos estudiantes: "Señor dat a escolar que vos viene a demandar. Dat limosna o ración faré por vos oración".


Fué en el siglo XVI cuando se formaron las tunas tal y como hoy las conocemos. Los sopistas se acogieron a la "Instrucción para bachilleres de pupilos" dictada en 1.538, norma que ofrecía vivienda a los estudiantes que no podían costearla. En ellas no podían mezclarse estudios diferentes y eran dirigidas por los estudiantes más antiguos, a los que se llamaba "bachilleres de pupilos", pues además debían apoyar en sus estudios a los bobos o estudiantes nuevos. Estas casas eran, por sus características, habitadas mayoritariamente por sopistas, y nunca fueron ejemplo para el estudio serio, y así en el libro "La vida del Pícaro Guzmán de Alfarache" encontramos:


" . . . no querían ver libro, ni atender a lo que habían venido a la Universidad; jamás se les caían las guitarras de las manos, daban mucho entretenimiento, cantaban muy bueno sonetillos y siempre tenían de nuevos, y los sabían hacer muy bien y pasar el instrumento".
Así, los pupilos que querían formar parte de las camadas sopistas, se convertían en escuderos de estos a cambio de que les instruyeran en su arte, lo cual permitía a los sopistas llevar una vida similar a la de los estudiantes ricos. Los nuevos que esto decidían, debido a su inexperiencia, eran el centro de la broma en las correrías de sus maestros, pero una vez terminado el pupilaje, el nuevo era admitido como uno más, y así en el libro "Historia de la vida del Buscón" de Quevedo, se hace referencia a estas costumbres que todavía hoy perduran:


"Viva el compañero, y sea admitido en nuestra amistad; goce de las preeminencias de antiguo; pueda tener sarna, andar manchado y padecer el hambre que todos!".
Como muy bien expresa D. Emilio de la Cruz y Aguilar en sus "Chrónicas de la Tuna", "A pesar del paso y cambio de los tiempos, los tunos siguen siendo viva credencial de la juventud de siempre, los mismos antiguos juglares y trovadores escolares que siguen en el mester, los entrañables y nocherniegos universitarios que, desde hace muchos siglos, sucediéndose a sí mismos, recorren rondando el mundo, cultivan los instrumentos populares y practican un género de música entroncada directamente con las albadas medievales o los cantos escolares pobres, testificando así este fenómeno cultural único . . . "


Por último, recordar a Jiménez Catalán y Sinués y Urbiola, historiadores de la Universidad de Zaragoza, cuando decían que:


" . . . de estas comparsas de tunos y sopistas salieron hombres que gobernaron a España y ocuparon puestos preeminentes en las letras, la política y el foro".




Esta pequeñas palabras son algo por donde empezar... a kulturizarse ... con la tuna...




RECUERDEN... SE PUEDE SER UNIVERSITARIO SIN SER TUNO... PERO NO TUNO.. SIN SER UNIVERSITARIO.....




LA TUNA ES UN CONJUNTO DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS DE LA MISMA UNIVERSIDAD